Los astronautas en la Estación Espacial Internacional suelen sufrir alergias y problemas en la piel a pesar de ser personas extremadamente sanas. Un nuevo estudio sugiere que el exceso de limpieza podría estar detrás de estos problemas.
Un equipo de la Universidad de California en San Diego ha completado el análisis más grande del microbioma de la Estación Espacial Internacional (EEI). Sus hallazgos muestran que el entorno microbiano allí es similar al de las salas de aislamiento durante la pandemia de COVID-19.
«Es difícil señalar las causas exactas de estos síntomas, pero creemos que los cambios en el microbioma de sus cuerpos y su entorno podrían tener un papel clave», explica Rodolfo Salido Benitez, investigador en bioingeniería y coautor del estudio.
El análisis de más de 800 muestras tomadas por astronautas en varios módulos de la EEI apunta a algo sorprendente: quizás estamos limpiando demasiado nuestro outpost espacial.
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El estudio analizó muestras tomadas entre octubre de 2020 y abril de 2021. Los datos son claros: hay muchos menos tipos de microbios en la estación que en una casa normal en la Tierra.
«Los microbios de la EEI cubren solo el 6,31% del árbol de la vida», explica Nina Zhao, coautora del estudio. Como comparación, los microbios en casas finlandesas llegan al 12,23%, y en casas rurales de Sudamérica alcanzan el 15,59%. En la naturaleza, como bosques o praderas, los microbios representan hasta el 28,37% del árbol de la vida.
Esta baja diversidad podría ser la razón por la que los astronautas tienen problemas inmunológicos durante sus misiones. Estudios anteriores han mostrado que estar expuesto a pocos tipos de microbios aumenta el riesgo de enfermedades inflamatorias.
El equipo descubrió algo interesante: los microbios en zonas con poca actividad humana no se mueven mucho. Pero cuando hay mucha gente moviéndose, los microbios viajan a otras zonas. Esto significa que podríamos diseñar futuras naves poniendo las áreas con mucha actividad en un extremo y las que necesitan estar limpias en el otro extremo.
El estudio destaca lo importante que es encontrar un balance: la EEI debe estar lo bastante limpia para evitar infecciones, pero también necesita microbios buenos que ayuden a la salud de los astronautas.
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Para futuras misiones espaciales, este conocimiento será vital. Los viajes largos por el espacio nos obligarán a pensar no solo en la tecnología, sino también en la biología de nuestras naves para mantener sanos a los astronautas durante misiones más largas.
Fuentes: cell.com